Esta deuda no es nuestra

Y cuándo nos veremos con los demás,

al borde de una mañana eterna,

desayunando todos!

César Vallejo

Hubo tres noticias relevantes en estos días. La primera corresponde a una medida del Ejecutivo: el 3 de abril, se aprobó aumentar el salario mínimo vital para el sector privado; así, según el Decreto Supremo núm. 003-2022-TR, el aumento iría de S/.930 a S/.1025. La segunda es que el Ejecutivo y Legislativo aprobaron un dictamen para exonerar del IGV a algunos alimentos de la canasta básica familiar. La tercera, la más reciente, es que el Pleno del Congreso deberá decidir si aprueba o no el dictamen de la Comisión de Economía del Congreso, para que las personas afiliadas al Sistema Privado de Pensiones puedan retirar hasta S/.18,400 de sus ahorros previsionales.

Vamos por partes. El aumento del salario mínimo vital estaría destinado solamente a los trabajadores formales del sector privado. Esta medida no parece ser efectiva por dos razones: primero, porque la tasa de informalidad a nivel nacional es de casi 80% (más de 9 millones de trabajadores, lo cual marca un record desde el 2001) y, segundo, porque dentro del sector privado solamente aquellas empresas con alta productividad (con más de 50 trabajadores) podrían asumir este aumento salarial; empresas que, dicho sea de paso, están contratando 15% menos con respecto al 2019. Esto significa que el aumento salarial sería para un grupo muy reducido de trabajadores, por lo que, en último término, esta medida podría provocar mayor inseguridad laboral, desigualdad y precariedad.

Sobre la exoneración del IGV para ciertos productos de la canasta básica, el problema es más complejo. Para empezar, aunque el ministro de Economía Oscar Graham afirme que la exoneración será a favor de toda la cadena productiva, en realidad lo dispuesto solamente aplicará a las operaciones de importación. Entonces, teniendo en cuenta que los alimentos importados son componentes importantes y, de otro lado, es un sector oligopolizado, los primeros grandes beneficiados serán las empresas que controlan la industria alimentaria: Alicorp y Grupo Gloria.

Aun más, Pedro José de Zavala, director de la Asociación Peruana de Avicultura (APA), advirtió en entrevista en Radio Exitosa que, si bien se ha exonerado el IGV en productos como el pollo o el huevo, esto no ha sido así para toda la cadena de proveedores de insumos que se necesitan para mantener la cadena de producción. En conclusión, si solamente se les exonera el IGV a los proveedores de pollo y no a los proveedores de soya o maíz, el precio del pollo tendría que subir para así pagar los impuestos de los no que no han sido exonerados.

En otras palabras, la disminución del precio no solo favorecería a las grandes industrias alimentarias, sino que, además, afectaría directamente a los proveedores y productores. Por lo que, tal como ha pasado con el combustible, el precio de venta final (el precio de venta al consumidor) no se modificaría sustancialmente.

Por otro lado, si consideramos que el IGV es el impuesto que más recauda el Estado, las exoneraciones generarán una ruptura en la cadena de cobro de este impuesto. De hecho, según el Ministro de Economía, con esta medida de exoneración se dejará de recaudar S/.50 millones, pero, insiste en que es una medida a favor del consumidor.

Finalmente, luego de los cinco retiros extraordinarios de los fondos de pensiones que aprobó el Congreso en el 2021, ahora se quiere volver a aprobar una medida similar para autorizar el retiro de 4 UIT (S/.18,400), con el fin de reactivar la economía. Sobre ello, Elio Sánchez, el superintendente adjunto de AFP de la SBS, declaró para TVPerú que, para empezar, el sistema de pensiones no es para reactivar la economía sino para garantizar que los afiliados puedan acceder a una cuenta de ahorros que les pueda sostener durante toda su etapa de jubilación. Además, señaló que, producto de las medidas antes aprobadas (las del 2021), se han retirado más de 66 millones de soles, lo que ha generado que más de la mitad de afiliados al sistema de pensiones cuente con menos de 1 UIT (S/. 4,600) en sus cuentas y que el 30% de afiliados no tenga ningún ahorro.

En este panorama tan hostil a nuestras economías de sobrevivencia, el Gobierno, el que se autodefine como “popular”, aquel que firma cada comunicado oficial como «Siempre con el pueblo», está aprobando una serie de paquetazos sin criterio, sin respeto y sin dignidad, con el claro objetivo de hacernos pagar, a nosotros, a los subempleados, a los desempleados, a los jubilados sin ahorros, a las familias sin ahorros, a los estudiantes sin ahorros, una deuda generada por el Estado, para hacer frente a la crisis sanitaria: el costo de vida es insostenible y ahora, con la indignación y descontento histórico y generalizado, se suma la decepción.

Es evidente que el Gobierno y el Legislativo no tienen la capacidad suficiente para gestionar la indignación cotidiana que la población siente ante el desgobierno. Más aún, dentro de todo, lo que más desconcierta es la fría mediocridad con la que decidieron responder a las expectativas generadas ya que, como dijo el sociólogo Omar Coronel, este tipo de maltratos y ofensas se esperaban de presidentes como García o PPK, pero no del profesor del Perú profundo.

La tragedia que se nos viene

Ya se venía anunciando, solo era cuestión de tiempo. Los Gremios de Transportistas tuvieron que esperar el momento preciso: sea para crear las condiciones o para que las condiciones se manifiesten. Como fuese, la fuerza con la que el paro de transportes pesados está envolviendo el territorio nacional y la forma en la que el Gobierno está gestionando el conflicto están provocando un escenario demasiado oscuro y confuso.

Hasta el momento, se nos viene informando que el paro de transportes empezó como respuesta por el alza en el precio del combustible y que ahora a derivado a ser medida de presión para negociar un conjunto de reclamos, en el que se incluye la ampliación de la cobertura que tiene el Fondo de Estabilización del Precio del Combustible (FEPC).

Lo que no nos están informando es que el Gobierno ya ha gestionado una ampliación de la cobertura del FEPC, pero que esta ampliación se encuentra tan limitada que solo podría estabilizar el precio de primera venta más no el precio de venta final, el cual termina siendo pagado por el usuario.

En otras palabras, si bien el Gobierno está aplicando medidas de compensación que pueden servir como mecanismo regulatorio frente a la subida de precio del combustible, y, con ello, generar cierto amortiguamiento en el precio, y evitar que la fluctuación impacte directamente en las economías familiares, lo que realmente está pasando es que esa cobertura de precios no va a evitar que los Grupos Empresariales sigan especulando con los precios de combustible; a expensas de los productores agrícolas y unidades familiares.

Además de ello, tenemos la situación del mercado agrícola. En el último informe del INEI, se reporta que la canasta básica familiar del 2022 ha aumentado su costo en un 30%. Más aún, los alimentos básicos diarios no solo han aumentado su precio, sino que este aumento se está dando en un contexto donde los ingresos familiares mensuales son bajos y/o con mucha inestabilidad.

Entonces, si sumamos el impacto que genera la subida de precio en los combustibles, más el impacto que ocasionan los bajos ingresos que las familias están recibiendo mensualmente, más el aumento del precio en los alimentos básicos diarios, podríamos estar a puertas de un estancamiento en la producción de los alimentos de primera necesidad más una inflación en los precios al consumidor.

En esa línea es necesario tener en cuenta lo siguiente: hay que recordar cómo, en un golpe desesperado por gestionar la economía nacional, se aprobó hacer uso de los ahorros y de las AFPs para que las familias peruanas podamos sobrevivir, en medio del desconcierto. Hoy, con familias enteras sin jubilación, sin ahorros, sin AFPs, en un contexto donde los alimentos están subiendo de precio, donde los ingresos familiares son cada vez menores y donde el 90% de la canasta básica de alimentos son productos importados, ¿puedes adivinar quienes seremos los que pagaremos la altísima deuda ocasionada?

En definitiva, estamos en una coyuntura extremadamente frágil que no se va a poder resolver solamente con las mesas de diálogo que la PCM busca instalar. Acá nos encontramos en un contexto abierto a recibir la agresividad de factores externos que, tal como vimos líneas arriba, no logran ser adecuadamente gestionados. Probablemente por la ausencia total de una política económica bien llevada, probablemente por la ausencia total de un Gobierno que sea capaz de gobernar a favor del país.