Introducción
Tal como ya se venía advirtiendo, la relevancia política del Congreso de la República y, sobre todo, de la Mesa Directiva, cobró especial protagonismo desde el 2016; ello debido al ejercicio de control que se puede hacer desde la Mesa y, sobre todo, ante la posibilidad de una sucesión del poder frente a la posibilidad de vacancia o renuncia presidencial. Desde este punto y con el aprendizaje acumulado de los años anteriores, el fujimorismo y las fuerzas conservadoras y reaccionarias entraron al Hemiciclo del 2021 con bastante claridad: se repartieron las comisiones necesarias para, de una vez por todas, poner en evidencia hacía donde está corriendo el viento, a favor y en contra de quién.
Sin embargo, luego de un año de pan y circo, la oposición de siempre y la oposición de facto no lograron concentrar una mayoría suficientemente fuerte que pueda liderar a favor de sus propios intereses y propósitos. Y ello, justamente, se demostró durante todo el proceso para la conformación de listas y elección de la Mesa Directiva.
Tal como se sabe, desde hace 30 años, el escenario usual fue la presentación de dos listas para que postulen a la Mesa Directiva: la lista del oficialismo y la lista de la oposición. Alguna vez se han presentado tres, en donde la tercera lista usualmente representó algunos sectores reaccionarios y extremos. Sin embargo, esta vez, hemos tenido cuatro listas; algo que hasta ahora no había pasado.
Previas a la elección
Regresemos meses atrás, cuando se empezó con el rumor de una tal Gladys Echaíz, ex congresista por Alianza por el Progreso, y ex Fiscal de la Nación, la misma que protegió a Alan García en, por lo menos, dos grandes momentos: durante las investigaciones que lo apuntaban como responsable de la masacre de Accomarca, cometida en 1985, y de las primeras investigaciones que se realizaron en la Mega Comisión liderada por el entonces congresista Sergio Tejada, por los casos de los Petro Audios.
Pues bien, desde hace varios meses, se estuvo voceando que esta ex Fiscal, ahora congresista y miembro de la Comisión de Constitución, iba a ser la próxima Presidenta del Congreso. Más aún, los rumores que se soltaban en Pasos Perdidos señalaban que el interés que tenia Echaíz para asumir la presidencia del Legislativo se justificaba bajo un posible escenario de vacancia presidencial; escenario que, si jugaba bien sus cartas bajo la mesa, la podía poner para la sucesión del poder. Bastante ambiciosa.
Tan ambiciosa que, días antes de la inscripción de las listas, su propia bancada no la respaldo, bajo la sospecha/temor de que su bancada no pueda imponer su agenda parlamentaria por encima de la agenda personal. Más aún, no solo no le dieron respaldo, sino que la empujaron directo a los brazos de la bancada Montoya.
Conformación de las listas
Días previos a la inscripción de la lista, los congresistas comenzaron a hacer sus jugadas y amarres. Tanto así, que se sabe que Montoya y Echaíz, dos efusivos anti comunistas y anti izquierdistas, se reunieron con Waldemar Cerrón de Perú Libre y Alex Paredes del Bloque Magisterial, para negociar votos y conformación de lista. Sin embargo, evidentemente, las negociaciones salieron mal; sin embargo, este tipo de reuniones nos pone en evidencia cómo afuera, en el Hemiciclo y en los medios de comunicación, los unos y los otros se ponen rabiosos, pero a puertas cerradas están dispuestos a sentarse y negociar.
Luego de la pateada de mesa, sale Montoya a declarar en Pasos Perdidos que su bancada no conformaría ninguna lista, ni siquiera con Echaíz; sin embargo, horas después, nos llegó la novedad de que no solo iban a postular uno, sino dos de su bancada: Gladys Echaíz y Esdras Medina (el mismo que impulsó la contra reforma universitaria para blindar el negociazo de las universidades privadas informales). Más aún, a pesar que Echaíz choteó a Waldemar Cerrón, Medina aprovechó y sí acepto armar una lista con el cuadro/dueño de Perú libre.
Después de tantas vueltas, promesas y jugadas, se presentaron cuatro listas para la Mesa Directiva: la lista 1, encabezada por Lady Camones, en alianza con sus viejos amigos del fujimorismo, Podemos y Somos Perú; la lista 2, encabezada por Héctor Acuña, en alianza con Juntos por el Perú, Perú Democrático y Perú Bicentenario; la lista 3, encabezada por Esdras Medina, en alianza con Perú Libre, Ilich López (uno de los niños de Acción Popular) y el Bloque Magisterial; y la lista 4, encabezada por Gladys Echaíz y Avanza País.
Las reinas calaveras
Los resultados ya los sabemos. Fue tanta la debilidad de las listas presentadas que ninguna obtuvo lo mínimo requerido y las dos con mayor votación, la lista Camones y la lista Medina, tuvieron que ir a segunda vuelta; finalmente, la lista Camones gana la Mesa Directiva y, con ello, se fortalecieron dos grandes liderazgos: el liderazgo del fujimorismo y el liderazgo de Malcricarmen.
¿liderazgo del fujimorismo? Sí y no solo me refiero a la presencia de Martha Moyano, sino que la misma Lady Camones ya tenía sus relaciones políticas con el fujimorismo, cuando la postularon para las elecciones regionales del 2018. Ello significa que el fujimorismo tiene la mitad de la Mesa Directiva. ¿liderazgo de Malcricarmen? Así es, y ello debido a la continuidad que representa Camones (recordar que ella fue la 1era vicepresidenta de la Mesa Malcricarmen) y porque la figura de Malcricarmen tiene la fuerza suficiente para mantener/imponer la agenda legislativa que favorezca la concentración del poder político en el Legislativo (por ejemplo, con el Proyecto Ley de la bicameralidad y la vacancia presidencial) y porque el golpe que se le dio a Medina para que no llegara a la Mesa Directiva no solo fue para favorecer a Camones sino, sobre todo, para ir dejando en claro a los niños de Acción Popular que ellos ya no son parte del club.
Ahora bien, luego de todo este teatro, vale preguntarse las razones que estarían impulsando a los congresistas para tantos tira y afloja. Mi intuición me lleva a decir que el núcleo del asunto está en el hecho de que el Congreso no tiene legitimidad. Nadie los quiere, nadie en la calle se movilizaría en su defensa.
Sin embargo, la misma debilidad también la tiene el Ejecutivo. Por ello, cuando los dos poderes del Estado se encuentran tan débiles y desprestigiados, solo queda jugar la carta de la «híper interpretación constitucional». Con esta carta, los congresistas harán sus próximas jugadas que les pueda garantizar su permanencia en la repartija. Con esta carta, los congresistas sabrán que deberán hacer para seguir gobernando a favor de sus intereses a pesar que más del 80% del país ya no los tolera más.
Es una situación bastante inusual y particularmente alarmante. Sin liderazgos, sin claridad y sin horizonte, es pertinente lo que nuestro viejo amigo Antonio Gramsci nos dijo alguna vez: cuando el viejo mundo se muere y cuando el nuevo tarda en aparecer, en ese claroscuro es cuando surgen los monstruos. A estar atentos.