A una semana de iniciado el Paro en Huancayo, hay muchos puntos para tomar en cuenta si se quiere hilar una lectura objetiva del periodo en ciernes.
– Sobre la base concreta de un panorama álgido con la subida en los precios del gas, el petróleo y los alimentos, se levantan tensiones políticas con intereses subalternos; dejando, incluso, de lado el verdadero malestar popular. La presión mediática no está interesada en explicar aquello de la causa externa con la guerra que ya todos conocemos; y deja todo el peso al contexto interno (petardeando a un Ejecutivo que no ata ni desata), invisibilizando factores claves como nuestra dependencia marcada del petroleo importado, o la permanente manipulación de los monopolios que en nuestra economía transfieren todas las alzas al consumidor.
– Es claro que padecemos monopolios en los alimentos, en el petroleo, en el gas, etc. Y mientras no se les combata, la gente seguirá buscando «respuestas» en un Gobierno asustado, incompetente, obtuso, chantajeado y maniatado por ministros neoliberales incapaces de realizar cualquier cambio estructural o que directamente están desinteresados de las demandas sociales.
– Los sectores movilizados en Huancayo están mostrando un nivel de combatividad a prueba de coyunturas gaseosas o mecidas cortoplacistas. Por supuesto que este hecho es usado y abusado por la derecha y sus corifeos mediáticos, quienes ayer llamaban «terroristas», «vándalos», «delincuentes», «comunistas» y «agitadores» a quienes protestaban contra la carestía en la canasta básica, y hoy dan gran cobertura oportunista a las protestas huancaínas con enfoques edulcorados pese al nivel de violencia en las calles.-
– Es cierto que existen intereses y cálculos partidistas dentro de un sector de la movilización (sobre todo en los transportistas), por lo que este hecho debió ser abordado y resuelto con criterio político y manejo social por parte de Castillo y su gabinete ministerial. El Ejecutivo ha respondido con torpeza permanente (grave retraso en la instalación de la mesa de diálogo, respuestas evasivas y hasta ofensivas, brutal represión policial, etc.). Esto solo ha fortalecido a la oposición reaccionaria que mide el pulso nacional con esta coyuntura y se jacta de desestabilizar a Perú Libre en la región que se supone es su cuna y «feudo».
– Un elemento no menor es la cifra creciente de población rural y regional que no está alineada con la agenda de la derecha oligarca y golpista, pero que tampoco puede sostener o secundar más el otrora apoyo militante al partido de gobierno. La desilusión o sentimiento de verse traicionado es un caldo de cultivo de contextos de mayor convulsión social que bien podrían ser aprovechados por sectores políticos mejor organizados y con mayor capacidad de articulación. En cualquier escenario, las izquierdas (así, en plural) lo tienen todo a cuestas.