Represión para muchos, benevolencia para pocos

¿Recuerdan cuántas movilizaciones se dieron contra Castillo (desde que asumió en julio del 2021 hasta noviembre del 2022)? ¿Recuerdan cuántos buses, camionetas 4×4, autos de alta gama, etc., se utilizaban para trasladar a las portátiles burguesas hasta el Centro de Lima? ¿Recuerdan cuántas banderas, banderolas, banners, pancartas, etc., con el mismo diseño y fina impresión se transportaban para luego entregarse a los manifestantes? ¿Recuerdan cuántos letreros luminosos, ubicados en las principales avenidas de la capital, mostraban anuncios contra el «comunismo»? ¿Recuerdan cuántos conciertos y festivales «por la paz y la democracia» se hicieron con grandes estrados y costosos marcos musicales? ¿Recuerdan cuántas veces al mes, o a la semana, se daban estas «protestas ciudadanas» con el mismo modus operandi?

Y sobre esto, ¿alguna vez la prensa o la policía cuestionaron de dónde venía el financiamiento, evidentemente millonario? ¡Jamás!

¿Recuerdan cuántas veces se dieron marchas violentas en el centro de la ciudad, con consignas anticomunistas y beligerantes? ¿Recuerdan cuántas veces hubo enfrentamiento con la policía de parte de las hordas derechistas? ¿Recuerdan cómo es que en abril del 2022, luego de que Castillo decretara un nuevo y fugaz toque de queda, se dio una violenta protesta con destrucción e incendio de una de las entradas principales del Poder Judicial de la Av. Abancay? ¿Recuerdan las agresiones de los grupos fascistas como «la resistencia», «los combatientes» o «la insurgencia» (además de otras sectas hispanistas y ultraliberales) contra reporteros y policías? ¿Recuerdan los ataques y sabotajes fascistas contra presentaciones de libros y/o conferencias sobre derechos humanos?

Y sobre esto, ¿alguna vez la prensa o la policía los llamaron «vándalos», «terroristas» o «violentistas», pese a la abundante evidencia de su criminal accionar? ¡Jamás!

Es decir, cuando las movilizaciones son desde la derecha, los grupos de poder, las élites golpistas y sus fuerzas fascistas de choque; la policía y la prensa hacen mutis o los llaman «demócratas indignados». Pero cuando se movilizan los pueblos y las regiones del interior del país, con demandas sociales, cuando marcha la clase obrera y el movimiento popular, entonces la policía y la prensa los criminaliza y pide aplastarlos a sangre y fuego. Racismo y desprecio de clase, eso es.

La verdadera protesta social

Para hoy se está gestando una verdadera movilización popular que pondrá a prueba, nuevamente, al Gobierno. Se ha articulado una respuesta desde los principales gremios sindicales, agrarios y populares a nivel nacional. Desde muy temprano se están viendo protestas y marchas en Iquitos, Arequipa, Cusco, etc. Esta vez es la propia clase trabajadora que sale a manifestarse, lejos del aparatismo hipócrita e interesado de la derecha (como vimos el martes último).

Hoy se deberán levantar las justas demandas sociales: rechazo al golpismo de la derecha, cambio de constitución y asamblea popular constituyente, fin a los monopolios y especulaciones en los precios de los alimentos (Grupo Gloria, Grupo Alicorp, etc.), ratificación en la rebaja del combustible, atención a los compromisos y pliegos de reclamos laborales, atención a la problemática de la agroindustria, solución a los conflictos socioambientales derivados de la minería, sanción y expulsión de transnacionales criminales como Repsol, etc.

El movimiento popular en general y la clase obrera en particular, hoy deben volver a disputar la calle a la derecha que buscó hegemonizar el descontento colectivo. Deberá plantearse una dinámica de lucha en cuanto a tensión y exigencia para que el Gobierno asuma las demandas sociales antes de perecer a manos del golpismo rampante.

Es menester gestar un espiral de lucha desde abajo y a la izquierda para resistir la embestida reaccionaria (gran empresariado, derecha parlamentaria, fascismo provocador, infiltración lumpenesca, etc.) y para rebasar incluso cualquier limitante institucional. No se trata de defender o sostener a un Ejecutivo que se dispara a los pies y juega en pared con la oposición, sino de exigir una salida realmente popular a la crisis socioeconómica que seguimos padeciendo.