En medio de esta nueva crisis, es claro que habrá quienes busquen pescar a río revuelto. Desde la tríada fujimorista y ultraderechista (Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País) se ha venido diciendo, con furibunda insistencia, que Sagasti es la continuación exacta de Vizcarra y que ambos gobiernos acusados de «progresistas» y «caviares» (en realidad: neoliberales indolentes) son equiparables con cualquier etiqueta de «izquierda» o incluso «comunista».
Estas acusaciones aberrantes encuentran eco en el resto de corifeos de la derecha recalcitrante (Alianza Para el Progreso, Podemos Perú, Victoria Nacional, PPC, Acción Popular, etc.) y entre todos hacen un festín populista señalando que esto desnuda a la «izquierda caviar corrupta».
Que no nos sorprenda que ahora se intensifique el «terruqueo» para decirle al país despolitizado y desesperanzado que solo un gobierno de «mano dura» (ultraconservadurismo y autoritarismo social con ultraliberalismo económico) podrá «poner fin» a esta nueva megacorrupción. Incluso piden la vuelta del felón reaccionario de Manuel Merino a la presidencia del Parlamento.
A la partidocracia en campaña proselitista no le interesa la salud pública ni la justicia social del Perú. Hoy está más claro.
Fotocomposición: Cutivalú