Con la posesión del parque deportivo de Canto Rey para la futura construcción de una sede de la Universidad Señor de Sipán, se añade un capítulo más en el derrotero de la privatización de los espacios públicos de San Juan de Lurigancho. Un proceso acelerado a partir de los vacíos legales existentes desde su urbanización, la conveniente falta de atención municipal para el mantenimiento de las áreas verdes, las atribuciones económicas de dirigencias vecinales y el creciente interés de iniciativas comerciales a lo largo de las vías del metro de Lima.
En el caso específico de Canto Grande, la mayor parte de las áreas reservadas para recreación (incluyendo aquella destinada a ser un parque zonal) han terminado en posesión privada. Jacques Poloni lo narra de esta forma en su libro «San Juan de Lurigancho: su historia y su gente» (1986):
«Se desarrolló una campaña de propaganda para presentar a Canto Grande como Ciudad Satélite de Lima, es decir, un núcleo urbano creado con la finalidad de descongestionar la ciudad matriz. En teoría la Ciudad Satélite debe ofrecer a sus habitantes, además de la vivienda y sus servicios, centros de trabajo para que la población no tenga que acudir a la ciudad matriz. En la práctica Canto Grande no contó ni siquiera con agua, luz ni transporte, resultó siendo una caricatura de la llamada Ciudad Satélite (p. 121).»
Al parecer, así lo sigue siendo.
Por: Fabio Rodríguez Bernuy