El trascendido periodístico confirma que Antero Flores-Aráoz asumirá hoy como Primer Ministro del gobierno ilegítimo de Manuel Merino. Y más allá de recordar todo el perfil racista, elitista, homofóbico, prepotente y reaccionario de este personaje (algo que es obviamente cierto), sería interesante ver el trasfondo y el mensaje político de este hecho.
Como se sabe, Flores-Araóz fue diputado por el Fredemo a inicios de los 90, luego fue congresista por el Partido Popular Cristiano (PPC) durante el fujimorato, también fue presidente del Parlamento (2004-2005), fue además representante permanente del Perú ante la OEA (2007), posteriormente fue ministro de Defensa (2007-2009) del segundo gobierno de Alan García, y luego lo vimos candidateando —sin éxito— a la presidencia del Perú. Hoy es vicepresidente de la Coordinadora Republicana (un conglomerado de políticos ultraconservadores, líderes negacionistas, dirigentes de «Con mis hijos no te metas», seguidores de teorías de la conspiración, fascistoides confesos, etc.).
Entonces, esta reciente disputa entre derechas, entre facciones de la oligarquía tradicional (séquito detrás de Vizcarra) y la nueva burguesía provinciana (socios y entorno inmediato de Merino) debía salir de su entrampado y generar un aire de confianza a los dueños de la economía nacional. Si ya entidades transnacionales como el Bank of America mostraba su preocupación por el «populismo de Merino», la Confiep tenía que intervenir para calmar las aguas y colocarle un garante criollo y elitista a la intentona de la derecha provinciana.
Y así se dará. El nuevo gabinete Flores-Araóz debe irradiar confianza a la gran burguesía nacional y extranjera. Les debe preocupar que hasta ahora ningún presidente de la región los ha saludado. Y hay que ver a quién nombran en el ministerio de Economía, en Defensa y en la Cancillería, que siempre son puestos claves que pintan el verdadero perfil de un régimen.
Por: Franz Verne, periodista e investigador social