El grotesco circo de Keiko en Santa Mónica

El Perú entero está siendo testigo nuevamente de un burdo show prefabricado. El «debate» de hoy nunca fue tal. Nació como ironía y terminó siendo una burla con tinte de psicosocial para legitimar un mitin proselitista que toda la prensa está cubriendo en vivo ahora mismo.

Y ahora Keiko habla a su antojo sobre «machismo y respeto a las mujeres», sobre «derechos laborales y respeto a los trabajadores», sobre «familia y defensa de nuestras madres»… ¿Es en serio? ¡Una Fujimori hablando de eso! Y luego invita a Kenji a subir al estrado…

Si Castillo no asistió, lo correcto era suspender todo tipo de evento y listo. Era obvio que se trataba de un circo como preámbulo para un espectáculo grotesco de reafirmación fujimorista y anticomunista. Nauseabundo.

Foto: Perú 21

El evidente encanto de los libros

Existen manías y obsesiones de todo tipo. Existen fijaciones y actos compulsivos que nos definen como personas. Hay apegos extraños y hasta demenciales, otros son intensos y envolventes. Pero ¿cómo describir la maldita costumbre de buscar, rebuscar y adquirir libros con afán punzante? ¿Cómo diagnosticar esa rara sensación de placer desbocado cuando se halla un título casi imposible de conseguir?

Desde las tempranas lecturas de la escuela, donde a veces pasaba más tiempo entre páginas con historias alucinantes y no con «seres reales», sabía que algo duradero me ataría a los libros, quizá como una secuela de complicidad que se prolongaba desde la historias ficticias hasta mis días rutinarios.

Desde que dejé el colegio (y sus rituales monocordes) para asilarme en el tedio universitario, esta extraña ligazón por la lectura fue creciendo. En cuanto caían monedas a mis manos, sabía que debía recorrer los recovecos libreros del Centro de Lima para conseguir algún apolillado ejemplar que me cautive y desconcierte.

Y esta fue la constante hasta hoy. Sumergirme entre cerros de libros empolvados, caminar obnubilado entre librerías antiguas, amando sus joyas escondidas y «odiándolas» cuando sus precios exorbitantes rompían mis posibilidades. Estrechando lazos con compañeros/as de afuera a quienes esperaba impacientemente para ver qué nuevos títulos traían.

Fueron muchas, muchísimas, las veces en que sacrifiqué el dinero del almuerzo por algunos libros hallados al paso. Raro sacrificio del que se disfruta con goce demencial. Y luego a leerlos. A devorarlos de a dos o de a tres, por semana. Recostado y acompañado de chocolates o vino, sentado en el transporte público durante horas, en alguna banca o vereda al compás de algún cigarrillo, entre bocanadas de cerveza, tirado donde sea o como sea (o quien sea), mientras espero a alguien o algo, etc., tantas formas de adentrarse y respirar el aroma de un buen libro y su urgencia por ser comprendido.

Algunos coleccionan discos o juguetes, otros coleccionan ropa o monedas antiguas, hay quienes se llenan de fotos y vídeos, yo prefiero una biblioteca atiborrada de historias e interpretaciones. Creo que en medio de todo, aún en medio de crisis pandémicas de salud o política, nos pueden faltar y fallar muchas cosas, pero que nunca nos falten los libros y el entusiasmo por transformar las ideas en acción militante y trepidante.

¡Feliz Día del Libro!

Foto: Medium

¿A qué juegan López Aliaga y De Soto?

Sucede algo «curioso». Keiko Fujimori está en segunda vuelta, pero ¿el fujimorismo está partido? Me refiero a las otras dos cabezas fujimoristas: Rafael López Aliaga y Hernando De Soto.

RLA ha dicho claramente que «no ve tan de izquierdas a Castillo», «es un tipo provida y profamilia», «tenemos afinidades», «pueden haber puentes» con Perú Libre (PL). Mientras que HDS ha dicho que aún no reconoce a Keiko como la que pasa a segunda vuelta y que «confíemos en él porque sabe revertir aparentes crisis», que «recordemos que en el 90, entre la disputa de un candidato de izquierda y derecha, ganó un outsider de izquierda y gobernó bien (en referencia a Fujimori sobre Vargas Llosa), que «la izquierda no asusta tanto porque pueden madurar y generar confianza y seguir con la inversiones».

Los aliados naturales y obvios de Keiko hoy no tienen reparos en «coquetear» con el demonio de «extrema izquierda» (así le dice la prensa a PL). ¿Por qué? ¿Qué cálculos retorcidos hay detrás? ¿Presiones subrepticias hacia Keiko? ¿Nuevas estrategias derechistas para pintarle la cancha al «outsider advenedizo»? ¿Hay más puntos de agenda en común de lo que vemos o queremos creer?

De todos modos, es un pésimo precedente que la ultraderecha diga, sin ruborizarse, que tiene coincidencias y afinidades con la supuesta «ultraizquierda». ¿Qué lectura a priori sacar de esto?

Perú en la encrucijada

Pedro Castillo de Perú Libre es confirmado para la segunda vuelta. Solo falta definir con quién se enfrentará. Hernando De Soto, Keiko Fujimori y Yonhy Lescano tienen las mismas posibilidades de pasar. Rafael López Aliaga y Verónika Mendoza quedan un poquito más rezagados, pero a la expectativa.

Hay algo claro: ha hablado la otredad, el Perú ninguneado y subestimado. La franja de pueblo que solo cuenta como estadísticas y no como capital humano. Es un voto de rechazo al establishment en general, pero a la vez es difuso y vulnerable.

Por otro lado, pareciera que la figura del contrincante podría inclinarse en favor de Keiko Fujimori. Hay cálculos claros para empujarla hasta la segunda vuelta. Según encuestas, ella perdía con cualquiera en segunda, pero no estaba en el conteo el factor Pedro Castillo, a quien seguramente deben ver como un rival fácil de vencer.

La política no es únicamente lo que se ve o lo que nos dicen que es, sino un entramado de estrategias y artilugios que de pronto puede trastrocar lo que es para imponer lo que quieran que sea.

Composición: Gestión

Fujimorismo nunca más

A 29 años del autogolpe de Estado de Alberto Fujimori, el panorama sociopolítico nacional sigue siendo el mismo —con ciertos matices— que el de inicios de los 90 cuando fue moldeado una dictadura cívico-militar que trastocó la endeble democracia de aquel entonces para imponernos un régimen reaccionario-represivo en lo social y ultraliberal (privatista) en lo económico.

De hecho, seguimos bajo los parámetros del neoliberalismo más descarnado que opera al amparo legal de la Constitución del 93, y que hoy muestra sus secuelas con las opresivas AFP o nuestros sistemas de salud y educación en situación de extrema precariedad.

De aquel autogolpe tuvimos incremento en los índices de criminalización de la protesta popular con sindicalistas, campesinos y estudiantes perseguidos, torturados y asesinados (bajo la excusa de la guerra de baja intensidad antisubversiva).

De aquel odioso episodio tenemos a empresas estatales regaladas al gran capital transnacional que no tuvo reparos en despedir a inmensas masas obreras y desarticular sindicatos o descabezar gremios combativos. De aquel atropello autocrático tenemos políticas criminales de esterilizaciones forzadas contra mujeres pobres o indígenas.

De aquel 5 de abril del 92 tenemos la intromisión sistemática de una maquinaria megacorrupta de control absoluto de todos los poderes del Estado y la compra de consciencias cívicas (oposición política, prensa, etc.) para secundar a la dictadura. De aquella maniobra fujimontesinista obtuvimos paquetazos legales antilaborales y proempresariales.

El autogolpe vino a legitimar el mecanismo asesino de escuadrones de la muerte paramilitares y parapoliciales. Y no es que antes de Fujimori la vida haya sido color de rosa, pues desde Odría, Belaunde, García, etc., se ensambló y fortaleció una estructura macartista de defensa de los intereses oligárquicos y terratenientes para lotizar el país y sus recursos naturales para venderlos a corporaciones de la muerte.

Hoy heredamos un país en crisis, con instituciones copadas por agentes del régimen de turno, con servicios públicos paupérrimos y con leyes de espaldas a las demandas sociales, y que gobierno tras gobierno, la estructura estatal solo apunta a la defensa del modelo económico en contra de las grandes mayorías.

Mientras sigamos con esta Constitución fujimorista, serán inocuas las acciones contra la mafia encarnado en el partido naranja de hoy. No basta con Alberto Fujimori y su hija Keiko detenidos o procesados (cada quien con su propio show mediático), no basta con las pruebas que salen a luz y que sindican a los cabecillas fujimoristas como vulgares lumpenburgueses criminales; es necesario agudizar la presión social hasta derrotar a todo rezago de fujimorismo (López Aliaga, De Soto, Forsay, etc.), a sus defensores y sus falsos críticos.

¡Por justicia y dignidad, Fujimori nunca más!

(Foto: GEC Archivo Histórico)

¿Perú al borde del abismo?

Según IEP e Ipsos, cambia ligeramente el panorama de la preferencias a una semana de las elecciones. El principal beneficiado es Hernando De Soto, pues en ambas está en seguna ubicación y pasaría a segunda vuelta o con Fujimori o con Lescano.

A pocos días, esta parece ser la tendencia real (claro que hay que tomar en cuenta el margen de error, los votos escondidos y los indecisos). Y ya no solo es preocupante, sino que genera una alarma mayor. De Soto representa una de las cabezas de la bestia fujimorista, con sus propios agregados reaccionarios.

Esta vez no es simplemente la derecha en campaña (con su afán neoliberal pero «democrático» burgués), sino que es la ultraderecha (con su agenda ultraconservadora, agresiva y fascistoide) la que acecha por varios frentes. Se juegan más de una carta. Se sienten ganadores y se relamen las fauces.

Lo que ocurra esta semana será determinante. Estos días serán sangrientos. Ir al todo o nada, al matar o morir, si se quiere profundizar esta tendencia reaccionaria o revertirla urgentemente. No es poco lo que está en juego. Incluso no es únicamente un tema nacional, pues a nivel regional también hay disputa de hegemonías, y esto repercutirá directamente en Perú.

Último tramo picante

Según esta encuesta, hay una pequeña caída de Lescano y un estancamiento de López Aliaga, mientras que Mendoza, De Soto, Fujimori y Forsyth tienen un crecimiento ligero en algunos casos y notable en otros. El punto más llamativo es el de Castillo que se mete en una ubicación más expectante, sobrepasando a candidatos muchísimo más mediáticos y con poder económico como Urresti y Acuña.

Es cierto que cada encuesta (sobre todo las más «confiables») solo muestran el momento y las tendencias y no determinan el resultado oficial, pero ya nos van dando un indicativo claro de cómo se enfrentará el último tramo de campaña. El gran conglomerado de la prensa (Grupo El Comercio y aliados) no desean a RLA en el poder por considerarlo un extremista de derecha que colisionaría con los intereses de la derecha liberal, por lo tanto seguirán sacando denuncias en su contra. ¿Esto está bien o no?

Sí, claro. Pero el imaginario popular percibe cada crítica a RLA como una pataleta de la «prensa mermelera» y se muestran curtidos contra cualquier denuncia (los debates tampoco interesan). Peor aún, dibujan una falsa dicotomía entre López Aliaga vs «grupos de poder», cuando es claro que dichas rivalidades son ficticias y a la hora de la defensa del modelo económico y la Constitución cierran filas sin chistar.

La prensa mayoritaria y oficialista también hace sus cálculos y pondrá el arsenal en candidatos «más de centro». Por ello, veremos estos días mayor apoyo y cobertura a Forsyth y De Soto. Poco importa si ambos candidatos llevan a fujimoristas recalcitrantes en sus listas o equipos, pues son percibidos como candidaturas «técnicas y modernas» que calzarían en los tejes y manejes del neoliberalismo defendido por los grupos de poder y sus cajas de resonancia en la prensa.

Lescano les debe parecer muy «izquierdoso» (¡qué ridículo!) y verán la forma de seguir pinchándolo. Que no nos sorprenda que estos días salga algún destape bomba o denuncia reloaded que termine por tumbarse al candidato de Acción Popular. O por último, procurar que pase a segunda vuelta con alguien con quien claramente podría (y debería) perder.

Y respecto a Verónika Mendoza, veremos un mayor nivel de violencia en su contra. Ahora sí saldrá toda la artillería pesada para insistir hasta el delirio en factores como «Venezuela, comer tres veces al día, terrorismo, miseria, atraso», etc. Si la prensa se asusta con RLA, con Mendoza sienten el verdadero terror (no deberian, no hay motivos) y por eso la tratarán como piñata (al final, está claro que el neoliberalismo reaccionario prefiere al fascismo antes que a la socialdemocracia).

Lo de Castillo es meritorio y positivo, pues ha logrado calar a partir de un proyecto y discurso más claramente apoyado hacia la izquierda. Los grupos de poder y sus tentáculos mediáticos ya lo tienen mapeado y le permitirán subir y aparecer en sus medios según sus cálculos (quitarle votos a Mendoza) pero jamás tolerarán que suba un poco más. Les desagrada profundamente la sola idea del provinciano outsider antisistema.

Así las cosas, tendremos unos días más sangrientos y entretenidos. Ahora mismo todo mundo empieza a hacer sumas y restas para ver cómo se llegará al 11 de abril y de qué manera reacomodarse en el «nuevo» escenario político poselecciones.

¿Unidad de izquierdas? ¿Dónde? ¿Cuándo?

La unidad de las izquierdas en Perú es una quimera. Y conforme avanzan los años, pasa de utopía a pesadilla. Ahora hay una desesperación evidente por exigir renuncias en beneficio de proyectos «con más posibilidades». Esto desde un aspecto formal y superficial puede ser «positivo» o «táctico», pero si se analizan las cosas desde un ángulo más estratégico se desnudan serias falencias y pragmatismos que agrietan más las cosas.

La historia enseña que las alianzas deben darse antes de iniciado un proceso sociopolítico o que si forja una posible unidad en plena marcha, pues debe darse sobre criterios igualitarios y viables para todas las partes ante el enemigo común. Y aquí es donde desde Perú Libre y Frente Amplio muestran serias reticencias para bajar sus banderas y levantar las de Juntos por el Perú.

Hay capital humano y esfuerzo militante en cada lado que no pueden cuantificarse como simples cifras porcentuales de sumas y restas. Hay enormes recelos, desconfianzas, brechas, discrepancias y rupturas entre las partes (que no pueden soldarse sobre la base de proselitismos coyunturales). Y, lamentablemente, mientras más se acerca el 11 de abril, todo llamamiento de «unidad» puede ser visto como aprovechamiento oportunista o intransigencia caudillista.

Lo cierto es el debilitamiento de estas izquierdas formales (electorales y cortoplacistas) que en conjunto se alejan del conglomerado derechista que hace cálculos para una segunda vuelta. Una vez más, los errores y limitaciones vendrían desde adentro de las propias izquierdas que pululan entre discursos propios y desconectados del vaivén complejo del populacho que se decanta por populismos de ultraderecha al verse huérfanos de paradigmas orgánicos izquierdistas (de masas) reales de cambio social.

El fascismo que creíamos muerto

Esta foto de López Aliaga con los reservistas del Frente Patriótico (de Antauro Humala y Virgilio Acuña) puede ser —salvando tiempos y contextos históricos— una analogía moderna de lo que el Perú vivió en la década del 30: la proliferación de dos tipos de fascismos nacionales. Uno, de raigambre aristocrática y elitista; y el otro, de extracción popular y populista.

El primer caso de fascismo estuvo representado por intelectuales de la alta burguesía como José de la Riva-Agüero, Raúl Ferrero Rebagliati, Víctor Andrés Belaunde, Felipe Sassone o Carlos Miró Quesada Laos, quien además mantenía nexos con el otro fascismo local encarnado en la Unión Revolucionaria de Luis Sánchez Cerro, Luis A. Flores, Cirilo Ortega, Yolanda Cocco, etc.

López Aliaga sería como el rostro de ese viejo fascismo oligárquico, ultracatólico, elitista y reaccionario, mientras que los reservistas (antauristas) serían el símil de los «camisas negras» urristas que se extasiaban con militarismos caudillistas, xenofobias trasnochadas, discursos «antistablishment» y «revolucionarismos» patrioteros. Ambas corrientes tuvieron sus públicos cautivos diferenciados (burguesía terrateniente por un lado y pueblo descontento por el otro) pero comulgaban en la misma fe anticomunista y antiliberal, imperialista y guerrerista.

Claro que hoy la ultraderecha peruana no goza de intelectuales connotados ni partidos de masas uniformizados, pero se las arregla para tensionar la «democracia» peruana abarcando espectros políticos aparentemente distantes y amorfos pero unidos por un voluntarismo reaccionario y ciertamente peligroso.

¿Keiko ya no es rentable?

En Perú somos tan caídos del palto que cuando algún bodrio de TV le dice sus verdades a Keiko, les tomamos por «valientes, audaces, frontales, contestatarios, veraces» y no reparamos en que se trata de un guion prefabricado desde las oficinas de los mismos dueños del canal.

Keiko ya no es rentable para ciertos grupos de poder (para otros sí). El consabido antivoto de la Fujimori es un factor que desalienta a un sector del gran empresariado otrora entusiasta financista de cuanto proyecto fujimorista postulara a las presidenciales.

Los «ataques» a Keiko en canales como Willax ni son gratuitos ni son honestos. Es cálculo politico-empresarial. La ultraderecha hoy cuenta con más de una posibilidad en la baraja (incluso con cartas bajo la manga). Saben que es mejor poner la carne en otro asador.

Esto no significa el fin del fujimorato. En absoluto. En tanto maquinaria mafiosa y antimodelo económico, sigue vigente e influyente, incluso hegemónico con aval constitucional.

Hoy Keiko trastabilla pero no cae. Sus tentáculos mutan y nos acechan en forma de López Aliaga o De Soto (principalmente, pero no son los únicos). El agente naranja puede verse de otro color, pero es igual de venenoso.