Es claro que este mensaje a la nación fue distinto a los que estamos acostumbrados en cada toma de mando. Se empezó con una fuerte referencia al pasado de explotación colonial que vivimos, para luego mantener el mismo tenor del discurso con una exposición que reivindicó a los otrora vencidos de la historia. Castillo logró sostener una secuencia narrativa con intención rupturista hacia la normalidad de las alocuciones oficialistas anteriores que siempre le han hablado únicamente a las elites.
Ha reiterado la necesidad del cambio en el modelo económico pero sin estatizaciones ni aplicación de control de cambios, y en una Asamblea Constituyente por la vía constitucional. Luego hizo referencia al trasfondo de la lucha anticorrupción mencionando a la detención de expresidentes pero no de empresarios involucrados en el caso Lava Jato. En otro momento dijo que si un proyecto minero no tiene rentabilidad social, no va. Continuó aseverando que la educación pública será declarada en emergencia y que aumentará el presupuesto para este sector para mejorar los recursos educativos y posibilitar el regreso a las clases presenciales. En esta línea confirmó que el internet será un derecho y no un servicio.
Asimismo, dijo que el Estado asumirá la rehabilitación de las mujeres abusadas sexualmente. Anunció, también, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología y el cambio de Ministerio de Cultura por el Ministerio de las Culturas, y añadió que en todas las instituciones públicas, donde predominen las lenguas originarias, usarán el idioma local y no el español.
Otros detalles a destacar son que: los jóvenes que no estudian ni trabajan harán servicio militar (esto debe verse de forma más estructural y no únicamente superficial), la publicidad estatal será regulada “de mejor manera” priorizándose a medios digitales y regionales, el Perú buscará convertirse en un país Carbono Neutral al 2050, se planteará un nuevo sistema de protección social. Finalmente dijo que no gobernará desde la Casa de Pizarro pues lo cederá al Ministerio de las Culturas para exposiciones históricas.
Es decir, se trató de un discurso lleno de simbolismos y apuestas a un quiebre democrático del ámbito institucional para conjugarse con la presión histórica de los movimientos sociales en nuestro país. Ahora, su gabinete ministerial deberá aterrizar todas estas propuestas y buscar sortear el evidente obstruccionismo que impondrá el Parlamento y la ultraderecha movilizada.