FC Sheriff: El perfil del matagigantes

Hoy se enfrentaron, en la UEFA Champions League, el archifamoso y multimillonario Real Madrid C.F. contra el humilde y desconocido FC Sheriff, un club con sede en Tiraspol, Transnistria (Estado con reconocimiento limitado) pero que participa en el fútbol moldavo. Y contra todo pronóstico y «lógica», el gigante español fue derrotado por 1-2 en su propio estadio por el equipo donde juega y es capitán el peruano Gustavo Dulanto.

Y dentro de las gratas curiosidades de este encuentro hay que apuntar que el club FC Sheriff fue fundado por exagentes de seguridad de la URSS, y que hoy son propietarios del principal conglomerado de empresas de Transnistria (país cuya bandera y escudo llevan la hoz y el martillo, y en cuyas plazas aún se ven estatuas de Marx y Lenin). Sin duda, los ultras (fascistas, franquistas, neonazis y racistas) del ultraconservador Real Madrid sentirán doblemente esta amarga derrota en casa.

¿La prensa peruana dirá algo del club y región donde juega Dulanto? ¿Habrá «terruqueo»?

El terrorismo en el Perú

La narrativa normalizada respecto al terrorismo en Perú es que se trata de un elemento de exclusiva responsabilidad del «comunismo». Desde las elites dominantes y el poder mediático se ha impuesto la pretendida sinonimia entre justicia social y terrorismo.

Se ocultan o se niegan las prácticas sistemáticas de terrorismo de Estado y de la patronal contra obreros y campesinos en masacres de Vitarte, Chicama, Huacho, Trujillo, Cerro de Pasco, etc (entre 1900-1940). No se habla de las políticas de tierra arrasada contra comunidades originarias en gobiernos democráticos de Belaúnde, García, Fujimori, etc. No se habla de los crímenes de Estado en la diversas dictaduras militares (o regímenes civiles corruptos) que ha padecido nuestra república.

Y se quiere borrar de la historia la responsabilidad directa de las fuerzas armadas y la policía en todos estos procesos represivos con impacto genocida. Basta revisar sus manuales de inteligencia y contrainsurgencia para ver la evolución macartista y reaccionaria (bajo asesoría directa de organismos tipo CIA) a través de la implementación de prácticas de guerra asimétrica o de baja intensidad para fortalecer la criminalización de la protesta social y evitar cualquier nuevo proyecto armado o de masas.

Así que trasladar el debate del inicio o los verdaderos gestores del terror antipopular hacia los cuerpos represivos del Estado, no es un despropósito ni un motivo de hipócrita indignación, sino la necesidad de construir un debate crítico nacional que logre entender el meollo de las heridas y la fractura social en nuestro país, y así buscar soluciones objetivas.

Pd. ¿El Ejecutivo ha dicho o mostrado algún respaldo a Héctor Béjar Rivera por la agresión y cargamontón que ha sufrido a manos de la ultraderecha?

Un Castillo anticolonial: retos del nuevo gobierno

Es claro que este mensaje a la nación fue distinto a los que estamos acostumbrados en cada toma de mando. Se empezó con una fuerte referencia al pasado de explotación colonial que vivimos, para luego mantener el mismo tenor del discurso con una exposición que reivindicó a los otrora vencidos de la historia. Castillo logró sostener una secuencia narrativa con intención rupturista hacia la normalidad de las alocuciones oficialistas anteriores que siempre le han hablado únicamente a las elites.

Ha reiterado la necesidad del cambio en el modelo económico pero sin estatizaciones ni aplicación de control de cambios, y en una Asamblea Constituyente por la vía constitucional. Luego hizo referencia al trasfondo de la lucha anticorrupción mencionando a la detención de expresidentes pero no de empresarios involucrados en el caso Lava Jato. En otro momento dijo que si un proyecto minero no tiene rentabilidad social, no va. Continuó aseverando que la educación pública será declarada en emergencia y que aumentará el presupuesto para este sector para mejorar los recursos educativos y posibilitar el regreso a las clases presenciales. En esta línea confirmó que el internet será un derecho y no un servicio.

Asimismo, dijo que el Estado asumirá la rehabilitación de las mujeres abusadas sexualmente. Anunció, también, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología y el cambio de Ministerio de Cultura por el Ministerio de las Culturas, y añadió que en todas las instituciones públicas, donde predominen las lenguas originarias, usarán el idioma local y no el español.

Otros detalles a destacar son que: los jóvenes que no estudian ni trabajan harán servicio militar (esto debe verse de forma más estructural y no únicamente superficial), la publicidad estatal será regulada “de mejor manera” priorizándose a medios digitales y regionales, el Perú buscará convertirse en un país Carbono Neutral al 2050, se planteará un nuevo sistema de protección social. Finalmente dijo que no gobernará desde la Casa de Pizarro pues lo cederá al Ministerio de las Culturas para exposiciones históricas.

Es decir, se trató de un discurso lleno de simbolismos y apuestas a un quiebre democrático del ámbito institucional para conjugarse con la presión histórica de los movimientos sociales en nuestro país. Ahora, su gabinete ministerial deberá aterrizar todas estas propuestas y buscar sortear el evidente obstruccionismo que impondrá el Parlamento y la ultraderecha movilizada.

Horas de lucha en Perú: Entre el quiebre institucional y el desborde popular

El Perú está atravesando uno de sus procesos electorales más críticos en toda su historia. Esta vez asistimos a un periodo de alta polarización que podría definir el futuro inmediato de toda la nación con impactos profundos en materia política, económica y sociocultural. Estamos en medio de una batalla entre dos fuerzas antagónicas con agendas y proyecciones diferenciadas. Por un lado, está Pedro Castillo y el partido Perú Libre que representan a una izquierda descentralista y con arraigo popular, un tanto atípica por ser la conjunción de elementos conservadores en materia sociocultural pero rupturistas con el modelo económico imperante. Y por el otro lado, está Keiko Fujimori y el partido Fuerza Popular que en resumidas cuentas es una maquinaria de ultraderecha, mafiosa y criminal que se ha consolidado a partir del legado de la dictadura cívico-militar de la década del 90 acoplando nuevos elementos de corrupción y criminalidad institucional.

Ambas fuerzas disputaron la segunda vuelta electoral el pasado 6 de junio, con un saldo porcentual a favor de Castillo (50.2%) sobre Fujimori (49.8%) en el conteo rápido propalado la misma noche de los comicios. Estas cifras fueron variando ligeramente a partir del conteo oficial de actas hechas por la propia Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe), llegando a colocar a la candidata Fujimori en primer lugar al inicio del recuento. Conforme pasaron las horas y los días, la diferencia favoreció claramente al profesor cajamarquino. Y mientras las actas eran procesadas y el resultado reafirmaba la victoria de Perú Libre, desde la otra orilla activaron diversos planes de contingencia para evitar la inminente derrota. Se trabajaron operativos de desconocimiento de los números con argucias como impugnar actas con argumentos insostenibles pero cargados de odio y racismo elitista (buscando eliminar los votos de las regiones del sur y las comunidades originarias que optaron masivamente por Castillo).

La desesperación fujimorista

La candidata de Fuerza Popular hasta este momento sigue empeñada en denunciar un supuesto “fraude sistemático” a pesar de que no hay ningún indicio que justifique tal reclamo, generando, por el contrario, una innecesaria inestabilidad sociopolítica para el país en plena pandemia. Ya la Onpe llegó al 100% de actas contadas dejando como saldo final un 50.199% a favor de Castillo versus el 49.801% de Fujimori. Asimismo, la ley electoral dice que para anular mesas de votación (como piden los abogados de Fujimori), tiene que haber indicios claros de un «fraude», es decir, que los organismos electorales hayan mostrado un comportamiento de flagrante favorecimiento a una de las candidaturas por sobre la otra, algo que claramente no ha sucedido en este caso.

Incluso la propia ONPE desmintió, una y otra vez, las denuncias públicas de supuestos fraudes o manipulaciones de actas. Sin embargo, Fujimori todavía tiene esperanzas de que algunas de dichas actas que está revisando el Jurado Electoral Especial (JEE) sean anuladas, aunque de acuerdo a análisis estadísticos no alcanzaría para voltear los resultados finales. Este primer recurso de impugnación de 802 actas (más de 200 mil votos) que le costaron cerca del millón de soles al fujimorismo (se tiene que investigar de dónde sale este dinero para un acto desesperado) no ha surtido el efecto esperado, por eso se barajaron otras posibilidades de presión como las movilizaciones financiadas con dinero del gran empresariado convocando a bases fujimoristas, aliados derechistas y hordas fascistas unidos en su cruzada “contra el comunismo”. Mientras esto sucede, sigue latente la posibilidad de un golpe en mesa (presión al propio Jurado Nacional de Elecciones a través de un fiscal corrupto en su seno), golpe de Estado a través de un llamamiento abierto y desvergonzado a las Fuerzas Armadas para intervenir y “salvar la democracia” o el pedido de asilo y salida con salvoconducto del país por supuesta “persecución política”.

¿Y por qué tanta crispación en Keiko Fujimori? Recordemos que, en marzo pasado, antes de la primera vuelta presidencial, el fiscal Domingo Pérez presentó una acusación de más de 13 000 folios y pidió 30 años y 10 meses de prisión para la señora Fujimori y otros miembros de su partido, por los delitos de crimen organizado, lavado de activos, obstrucción a la justicia y falsa declaración en procedimiento administrativo (por recibir aportes ilícitos de la constructora brasileña Odebrecht para su campaña presidencial de 2011 y aportes de empresarios peruanos para sus campañas de 2011 y 2016). Además, la fiscalía pidió la disolución del Fuerza Popular. Keiko Fujimori calificó estas medidas como «persecución».

Asimismo, vale mencionar que, como parte de la investigación, la señora Fujimori ya cumplió dos periodos de prisión preventiva, entre octubre de 2018 y noviembre de 2019 y entre enero y mayo de 2020, cuando salió con orden de comparecencia restringida luego de pagar una fianza. Fue por ello, que, durante su campaña presidencial, esta candidata debió pedir permisos especiales al Poder Judicial para viajar dentro de Perú, aunque se mantuvo un impedimento de salida del país, como parte de las condiciones que le impuso la justicia peruana.

Y justamente sobre este aspecto el fiscal Pérez pidió revocar la comparecencia debido a que Fujimori incumplió una de las condiciones de este régimen al comunicarse con testigos vinculados a la investigación. La fiscalía se refiere específicamente a Miguel Torres, miembro de Fuerza Popular y testigo del caso. Pues como vimos en televisión nacional, Torres acompañó en días recientes a Fujimori en una conferencia en la que anunció el pedido de anulación de actas de votación. La propia abogada de Fujimori, Giulliana Loza, admitió que Torres «es testigo» en la investigación, pero espera que el juez a cargo del caso «declare improcedente la petición».

 ¿Quién es y qué propone Pedro Castillo?

Castillo adquirió notoriedad en 2017 al dirigir una huelga magisterial en varias regiones del país, que se extendió por 75 días. Los manifestantes exigían, entre otras cosas, un aumento de sueldos para los maestros peruanos. Tres años después, en 2020, anunció su candidatura presidencial representando a Perú Libre luego de que el líder de ese partido, Vladimir Cerrón, fuera inhabilitado y condenado a tres años y nueve meses de prisión suspendida por negociación incompatible y aprovechamiento del cargo cuando era gobernador de Junín (sierra central del país).

Entonces, el candidato Pedro Castillo fue representando una clara fisura en el establishment nacional. Significó la visibilización y articulación de los pueblos postergados durante siglos. Significó la puesta en marcha de las demandas urgentes de las regiones del interior del país que han sido marginadas y relegadas al ostracismo desde la colonia y aún más con la república que se dijo democrática pero que no solo nunca dejó las alegorías aristocráticas y elitistas, sino que profundizó las brechas racistas y culturales al punto de negarle cualquier derecho ciudadano a los pobladores del “Perú profundo”. 

Desde la época de la reforma agraria de 1969, donde se afectó seriamente a los terratenientes latifundistas, no se veía un odio tan explícito ni visceral de parte de la oligarquía y su resonancia burguesa contra la otredad del mundo rural. Es por ello la polarización galopante que hoy estamos viviendo. Es así que, parece factible la posibilidad de tener por primera vez en la historia republicana a un gobierno de izquierdas que llega por la vía democrática. Frente a esto se han activado todas las alarmas del gran empresariado y sus operadores políticos junto a los sectores más ortodoxos de la elite criolla local que no conciben la sola idea de estar frente a un Ejecutivo no alienado a las variantes de la misma derecha que siempre ha gobernado.

Si bien es cierto, Perú Libre se define como un partido marxista, leninista, mariateguista, su discurso y dimensión política tuvo que amoldarse a ciertos parámetros que la misma institucionalidad burguesa y los límites de la democracia representativa en manos de los dueños del poder, le exigieron. Entre la primera y segunda vuelta, se pudo apreciar una suerte de cambios intempestivos que podrían responder a estratégicas comunicacionales para contrarrestar la intensa campaña macartista de la derecha y sus voceros mediáticos. Sin embargo, existe también el resquemor por la posibilidad de una “ollantización” para terminar siendo un gobierno funcional a la agenda de gremios como la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep); la Cámara de Comercio de Lima; la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía; junto a sus aliados transnacionales.

Es así que vimos pasar de proclamas confrontacionales acerca de políticas de nacionalizaciones de los recursos públicos y sectores estratégicos de la economía en clave socialista, hacia moderaciones en tono socialdemócrata para tranquilizar al empresariado con inversión local. Su nuevo jefe del plan económico, Pedro Francke, declaró públicamente que un posible gobierno de Castillo respetaría la autonomía del Banco Central de Reserva, a la que considera de buena labor por su papel en mantener la inflación baja durante más de dos décadas. Asimismo, descartó estatizaciones, expropiaciones, confiscaciones de ahorros, controles de cambios, controles de precios o prohibición de exportaciones. A partir de estos elementos, el plan de gobierno de Perú Libre reafirmó su apuesta por lo que ellos llaman “economía popular con mercados”.

Han reiterado su compromiso con el crecimiento de las empresas y pequeños negocios, en particular la agricultura, para fortalecer su énfasis de reactivación y crecimiento económico con dinámicas inclusivas dentro de una perspectiva mayor por mantener la industrialización y el desarrollo productivo nacional. A esto hay que sumarle sus propuestas de garantizar el derecho a la salud y la educación, aumentando necesariamente el gasto social y los niveles de presupuesto partiendo de impostergables reformas tributarias al sector minero para elevar la recaudación en el marco de una política de sostenibilidad fiscal, con reducción paulatina del déficit público y respetando todos los compromisos de pago de la deuda pública peruana.

Creemos que este aspecto debería conjugarse con las propuestas iniciales de cambio (vía referéndum) de la actual Constitución neoliberal heredada de la dictadura fujimorista, así como el avance histórico hacia una Asamblea Constituyente que involucre activamente al conglomerado de partidos políticos, ciudadanía organizada y pueblos originarios o movimientos sociales, con el propósito de desembocar en un nuevo contrato social que rompa la estructura excluyente que hoy perjudica muchísimo a las grandes mayorías en Perú.  

Minería y pueblos originarios

Según el Ministerio de Energía y Minas, la minería supone el 61% de las exportaciones de Perú y la mayor fuente de ingresos en divisas para el país, lo que explica por qué se trata de un asunto central en el debate público nacional. Por ello, la candidata Fujimori intensificó una campaña artera en las regiones con actividad minera (Arequipa, Cajamarca, Moquegua, Apurímac, etc.) lanzando propuestas francamente populistas e insostenibles como otorgar bonos económicos y prácticamente regalar dinero a los pobladores a partir del canon minero en dichas localidades. Y el resultado le fue adverso, porque fue en estos sectores donde Castillo obtuvo un voto contundente, logrando incluso que en ciertos distritos y comunidades se dieran cero votos a favor de Fuerza Popular.

Fue claro que Fujimori pretendió invisibilizar el permanente panorama de conflictos medioambientales en estas regiones, donde la minería ha significado saqueo y contaminación sistemática contra los poblados aledaños, perjudicando seriamente a la agricultura, la ganadería y toda actividad comercial periférica, así como la vulneración de los derechos laborales y humanos de la masa obrera que trabaja en las minas y que debe soportar jornadas inhumanas y sin una defensa sindical clara por el acoso que mantiene la patronal minera. Y son justamente estos sectores empobrecidos y excluidos del “milagro peruano” que pregona una burbuja de crecimiento ficticio, los que le han mostrado un rotundo rechazo a la candidata del megaempresariado y la corrupción.

Y en lo que respecta a la visibilización de las comunidades originarias en la política nacional, es importante entender este proceso dentro de una dinámica regional que involucra a países como Bolivia, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, además de Perú, donde se han producido mayores avances (pero aún insuficientes) en la participación política de los pueblos indígenas. Es evidente que las elecciones en Ecuador, Perú y México demuestran que los pueblos nativos son los más interesados en ganar más y mejores espacios de toma de decisiones, al mismo tiempo que también están exigiendo el reconocimiento de sus propios mecanismos de resolución de conflictos. Sin embargo, un informe elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 2016 (centrado en Bolivia, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua y Perú) dice que dicha participación política sigue siendo baja.

En el caso peruano reciente, podemos ver que las diversas comunidades originarias de los pueblos quechuas, aymaras, waajún, wampis, etc., han dejado a un lado sus diferencias étnicas y ancestrales para avanzar juntos en una misma movilización que exige el cese al racismo y la marginación, además de oponerse al centralismo criollo que hoy representa Keiko Fujimori y su negativa de reconocerles su voto digno por un candidato al que ven como propio, como uno de los suyos. La participación política de los sectores indígenas se está dando a nivel de bases buscando articularse con los movimientos sociales de la ciudad que apuestan por una transformación sociocultural profunda, de rescate de identidades autóctonas frente a imposiciones culturales de ribetes burgueses y fascistoides.

Y este es un claro escenario de confrontación, de lucha de clases y disputa intercultural de hegemonías y contrahegemonías. Lima, como capital del Perú, ha centralizado un panorama de desprecio hacia las regiones. Se ha evidenciado una normalización colonialista que siempre estuvo presente y hoy muestra sus fauces agresivas cargados de revanchismo ante la ola popular que se va consolidando desde las periferias de la urbe. Los elementos en juego y en disputa hoy son muchos, hay una gran responsabilidad en las direcciones políticas que de esto se puedan dar. El pueblo movilizado y en vías a una radicalización por las condiciones objetivas, no permitirá una derechización de Castillo y compañía. Eso lo saben bien.

Unidad para vencer

Como decíamos, estamos atravesando un periodo álgido de lucha a todo nivel. Desde los posibles quiebres dentro del marco institucional hasta su impacto en el desborde popular (con retroalimentaciones permanentes). Nos adentramos a un nuevo ciclo de conflictividad social que deberá marcar el rumbo inmediato y de mediano plazo para definir los destinos del país. Reiteramos que este proceso de empoderamiento y articulación popular traspasa la propia dicotomía entre dos tiendas políticas. Esto excede la confrontación de dos candidaturas y se traslada a la correlación de fuerzas que se vive en el campo y la ciudad y que busca, desde abajo y a la izquierda, recomponer un nuevo tejido social que logre articularse como fuerza y presión para el gobierno entrante.

Siempre estuvo claro que el enemigo mayor fue, es y seguirá siendo el fujimorato y sus aliados políticos. Se sabe, también, que la derrota (por tercera vez consecutiva en segunda vuelta) en las urnas no significa el fin de este espectro político o que por fin se borrará el legado nefasto y reaccionario de Fujimori padre (acrecentado con la hija, hoy cabeza de la mafia). La posibilidad de hacer retroceder a las fuerzas oscurantistas del control del Estado y de la sociedad en general, pasa por la politización a todo nivel con incidencia clara en demandas de mayor envergadura. Hoy Castillo representa un quiebre desde las fisuras de la democracia representativa, pero las grietas reales deben darse desde los movimientos sociales en general y la clase trabajadora en particular, con organicidad política y con criterio amplio para unirse y vencer.

El barrio se pone de pie contra la [K]orrupción

Jornada de lucha de palmo a palmo. Desde las periferias de Lima se gestaron las coordinaciones para la gran movilización contra Keiko Fujimori y su organización «política» criminal y mafiosa. Toda la capital latió a un solo ritmo junto al resto de ciudades del país en una masiva marcha de rechazo al fujimorato.

Y nuestro distrito no podía quedarse al margen de este proceso social. Por ello, desde aproximadamente un mes se organizó la Coordinadora Antifujimorista de San Juan de Lurigancho (CASJL) agrupando a estudiantes y trabajadores, a vecinos y vecinas del barrio, quienes nos autoconvocamos semana a semana para armar vigilias y piquetes en puntos estratégicos para informar a la ciudadanía el enorme peligro del posible retorno de la dictadura fujimontesinista.

Parte de este proceso de organización y unidad fue la movilización que convocó la CASJL desde el Parque Del Maestro hasta la Plaza San Martín para continuar con el largo recorrido por todo el centro de Lima. Nos articulamos y formamos un grupo nutrido compuesto por integrantes del Grupo Paratíteres (batucada), Ni Una Menos SJL, Voto Sin Miedo, SJL en Acción, Movimiento Javier Heraud, Nuevo Perú Culturas, entre otros, quienes hacen parte de dicha coordinadora

Caminamos arengando con entusiasmo y mucha energía. En el trayecto se nos fueron sumando más vecinos a la altura del Mercado de Flores y Piedra Liza (Rímac) hacia Acho, y luego enrumbamos por la avenida Abancay para luego entrar por la avenida Nicolás de Piérola hasta unirnos a la gran masa de pueblo consciente y valiente.

Durante el recorrido destacó el nivel de organización y criterio para mantener el orden y la seguridad interna. Asimismo, nuestro bloque de batucada (jóvenes artistas del distrito) se mostró muy enérgico e incansable hasta el final. Mientras tanto, nuestras banderolas y volantes eran recibidos con efusividad a su paso por las calles del trayecto.

Ya en la marcha general nos hicimos parte de un mismo eco por justicia y dignidad. Nunca bajamos los brazos ni dimos tregua a la difusión de consignas y denuncias desde los megáfonos o desde las gargantas combativas. Ni los apagones a lo largo de la avenida Wilson, ni las provocaciones fujimoristas, ni la poca o nula cobertura periodística de los mass media, nos amilanó. Seguimos caminando convencidos de nuestra lucha y sin temor a las calumnias.

Cabe destacar el espíritu rebelde y contestatario de un distrito con legado histórico que cuando las papas queman siempre se pone de pie. Desde San Juan de Lurigancho le decimos a la Señora K y la mafia fujimorista que ¡No pasarán!

Por justicia y dignidad: ¡Fujimori nunca más!
¡Viva la Coordinadora Antifujimorista de San Juan de Lurigancho!

El grotesco circo de Keiko en Santa Mónica

El Perú entero está siendo testigo nuevamente de un burdo show prefabricado. El «debate» de hoy nunca fue tal. Nació como ironía y terminó siendo una burla con tinte de psicosocial para legitimar un mitin proselitista que toda la prensa está cubriendo en vivo ahora mismo.

Y ahora Keiko habla a su antojo sobre «machismo y respeto a las mujeres», sobre «derechos laborales y respeto a los trabajadores», sobre «familia y defensa de nuestras madres»… ¿Es en serio? ¡Una Fujimori hablando de eso! Y luego invita a Kenji a subir al estrado…

Si Castillo no asistió, lo correcto era suspender todo tipo de evento y listo. Era obvio que se trataba de un circo como preámbulo para un espectáculo grotesco de reafirmación fujimorista y anticomunista. Nauseabundo.

Foto: Perú 21

El evidente encanto de los libros

Existen manías y obsesiones de todo tipo. Existen fijaciones y actos compulsivos que nos definen como personas. Hay apegos extraños y hasta demenciales, otros son intensos y envolventes. Pero ¿cómo describir la maldita costumbre de buscar, rebuscar y adquirir libros con afán punzante? ¿Cómo diagnosticar esa rara sensación de placer desbocado cuando se halla un título casi imposible de conseguir?

Desde las tempranas lecturas de la escuela, donde a veces pasaba más tiempo entre páginas con historias alucinantes y no con «seres reales», sabía que algo duradero me ataría a los libros, quizá como una secuela de complicidad que se prolongaba desde la historias ficticias hasta mis días rutinarios.

Desde que dejé el colegio (y sus rituales monocordes) para asilarme en el tedio universitario, esta extraña ligazón por la lectura fue creciendo. En cuanto caían monedas a mis manos, sabía que debía recorrer los recovecos libreros del Centro de Lima para conseguir algún apolillado ejemplar que me cautive y desconcierte.

Y esta fue la constante hasta hoy. Sumergirme entre cerros de libros empolvados, caminar obnubilado entre librerías antiguas, amando sus joyas escondidas y «odiándolas» cuando sus precios exorbitantes rompían mis posibilidades. Estrechando lazos con compañeros/as de afuera a quienes esperaba impacientemente para ver qué nuevos títulos traían.

Fueron muchas, muchísimas, las veces en que sacrifiqué el dinero del almuerzo por algunos libros hallados al paso. Raro sacrificio del que se disfruta con goce demencial. Y luego a leerlos. A devorarlos de a dos o de a tres, por semana. Recostado y acompañado de chocolates o vino, sentado en el transporte público durante horas, en alguna banca o vereda al compás de algún cigarrillo, entre bocanadas de cerveza, tirado donde sea o como sea (o quien sea), mientras espero a alguien o algo, etc., tantas formas de adentrarse y respirar el aroma de un buen libro y su urgencia por ser comprendido.

Algunos coleccionan discos o juguetes, otros coleccionan ropa o monedas antiguas, hay quienes se llenan de fotos y vídeos, yo prefiero una biblioteca atiborrada de historias e interpretaciones. Creo que en medio de todo, aún en medio de crisis pandémicas de salud o política, nos pueden faltar y fallar muchas cosas, pero que nunca nos falten los libros y el entusiasmo por transformar las ideas en acción militante y trepidante.

¡Feliz Día del Libro!

Foto: Medium

¿A qué juegan López Aliaga y De Soto?

Sucede algo «curioso». Keiko Fujimori está en segunda vuelta, pero ¿el fujimorismo está partido? Me refiero a las otras dos cabezas fujimoristas: Rafael López Aliaga y Hernando De Soto.

RLA ha dicho claramente que «no ve tan de izquierdas a Castillo», «es un tipo provida y profamilia», «tenemos afinidades», «pueden haber puentes» con Perú Libre (PL). Mientras que HDS ha dicho que aún no reconoce a Keiko como la que pasa a segunda vuelta y que «confíemos en él porque sabe revertir aparentes crisis», que «recordemos que en el 90, entre la disputa de un candidato de izquierda y derecha, ganó un outsider de izquierda y gobernó bien (en referencia a Fujimori sobre Vargas Llosa), que «la izquierda no asusta tanto porque pueden madurar y generar confianza y seguir con la inversiones».

Los aliados naturales y obvios de Keiko hoy no tienen reparos en «coquetear» con el demonio de «extrema izquierda» (así le dice la prensa a PL). ¿Por qué? ¿Qué cálculos retorcidos hay detrás? ¿Presiones subrepticias hacia Keiko? ¿Nuevas estrategias derechistas para pintarle la cancha al «outsider advenedizo»? ¿Hay más puntos de agenda en común de lo que vemos o queremos creer?

De todos modos, es un pésimo precedente que la ultraderecha diga, sin ruborizarse, que tiene coincidencias y afinidades con la supuesta «ultraizquierda». ¿Qué lectura a priori sacar de esto?

Perú en la encrucijada

Pedro Castillo de Perú Libre es confirmado para la segunda vuelta. Solo falta definir con quién se enfrentará. Hernando De Soto, Keiko Fujimori y Yonhy Lescano tienen las mismas posibilidades de pasar. Rafael López Aliaga y Verónika Mendoza quedan un poquito más rezagados, pero a la expectativa.

Hay algo claro: ha hablado la otredad, el Perú ninguneado y subestimado. La franja de pueblo que solo cuenta como estadísticas y no como capital humano. Es un voto de rechazo al establishment en general, pero a la vez es difuso y vulnerable.

Por otro lado, pareciera que la figura del contrincante podría inclinarse en favor de Keiko Fujimori. Hay cálculos claros para empujarla hasta la segunda vuelta. Según encuestas, ella perdía con cualquiera en segunda, pero no estaba en el conteo el factor Pedro Castillo, a quien seguramente deben ver como un rival fácil de vencer.

La política no es únicamente lo que se ve o lo que nos dicen que es, sino un entramado de estrategias y artilugios que de pronto puede trastrocar lo que es para imponer lo que quieran que sea.

Composición: Gestión

Fujimorismo nunca más

A 29 años del autogolpe de Estado de Alberto Fujimori, el panorama sociopolítico nacional sigue siendo el mismo —con ciertos matices— que el de inicios de los 90 cuando fue moldeado una dictadura cívico-militar que trastocó la endeble democracia de aquel entonces para imponernos un régimen reaccionario-represivo en lo social y ultraliberal (privatista) en lo económico.

De hecho, seguimos bajo los parámetros del neoliberalismo más descarnado que opera al amparo legal de la Constitución del 93, y que hoy muestra sus secuelas con las opresivas AFP o nuestros sistemas de salud y educación en situación de extrema precariedad.

De aquel autogolpe tuvimos incremento en los índices de criminalización de la protesta popular con sindicalistas, campesinos y estudiantes perseguidos, torturados y asesinados (bajo la excusa de la guerra de baja intensidad antisubversiva).

De aquel odioso episodio tenemos a empresas estatales regaladas al gran capital transnacional que no tuvo reparos en despedir a inmensas masas obreras y desarticular sindicatos o descabezar gremios combativos. De aquel atropello autocrático tenemos políticas criminales de esterilizaciones forzadas contra mujeres pobres o indígenas.

De aquel 5 de abril del 92 tenemos la intromisión sistemática de una maquinaria megacorrupta de control absoluto de todos los poderes del Estado y la compra de consciencias cívicas (oposición política, prensa, etc.) para secundar a la dictadura. De aquella maniobra fujimontesinista obtuvimos paquetazos legales antilaborales y proempresariales.

El autogolpe vino a legitimar el mecanismo asesino de escuadrones de la muerte paramilitares y parapoliciales. Y no es que antes de Fujimori la vida haya sido color de rosa, pues desde Odría, Belaunde, García, etc., se ensambló y fortaleció una estructura macartista de defensa de los intereses oligárquicos y terratenientes para lotizar el país y sus recursos naturales para venderlos a corporaciones de la muerte.

Hoy heredamos un país en crisis, con instituciones copadas por agentes del régimen de turno, con servicios públicos paupérrimos y con leyes de espaldas a las demandas sociales, y que gobierno tras gobierno, la estructura estatal solo apunta a la defensa del modelo económico en contra de las grandes mayorías.

Mientras sigamos con esta Constitución fujimorista, serán inocuas las acciones contra la mafia encarnado en el partido naranja de hoy. No basta con Alberto Fujimori y su hija Keiko detenidos o procesados (cada quien con su propio show mediático), no basta con las pruebas que salen a luz y que sindican a los cabecillas fujimoristas como vulgares lumpenburgueses criminales; es necesario agudizar la presión social hasta derrotar a todo rezago de fujimorismo (López Aliaga, De Soto, Forsay, etc.), a sus defensores y sus falsos críticos.

¡Por justicia y dignidad, Fujimori nunca más!

(Foto: GEC Archivo Histórico)