Qué niño no se muere por ir a un circo, a ese mundo mágico de personajes impensables; y es que, en los últimos años, el circo ha cobrado una producción increíble.
Debo precisar: el circo con maestros en ese arte, no aquella huachafada que contrata estrellas de televisión para terminar luciendo un espectáculo mediocre.
Sin embargo, algo queda en mi niñez como un símbolo del barrio y la palomillada, y es ese circo de «la pampita», al costado del mercado, ese de la carpa con retazos, ese circo que lucía un nombre imborrable, el circo de nuestro vecino José Álvarez Vélez, y qué niño o familia de San Juan de Lurigancho, entre aquellos años 70 y 80 no ha pisado el circo Tony Perejil, el circo de los pobres.
Y es que el 25 de mayo de 1987, los diarios limeños cubrieron la noticia del fallecimiento del bufón más reconocido en los barrios de Lima, es por ello que el día del payaso peruano tiene como fecha este triste acontecimiento.
José Álvarez nació en Arequipa el año 1923 y desde pequeño lo emocionó la idea de trabajar en un circo, y ya en los años 30 empezó a trabajar en el circo del “Capitán Paz”, en cuyo mundo aprendió todas las artes circenses prefiriendo la del payaso y auto denominándose como Perejil por la chapa que su mamá le puso cuando era pequeño.
Su vida transcurrió en la industria de la carpa grande trabajando con los mejores, y una vez instalado en Lima y con 11 hijos que lo acompañaban, inició el sueño del circo propio. Su primera instalación fue en la zona de Cantagallo y luego en Caja de Agua, lugar donde estuvo su circo funcionó por muchos años.
Sin duda, Perejil tenía algo especial; no solo era el payaso favorito de los barrios pobres de Lima, él brindaba funciones gratuitas en hospitales y acudía a cualquier evento solidario al que se le convocaba.
Ese carácter le permitió codearse con grandes figuras internacionales que llegaban en temporadas y, así, tenía uno de los pocos circos que se deba el lujo de presentar a artistas extranjeros y figuras del ambiente artístico limeño y, lo juro, vi cantar a Guiller su renombrado tema el rey de las cantinas.
Siempre valía la pena esperar y tragarse la música que amenizaba las previas de la función, siempre los mambos de Dámaso Pérez Prado o la mágica guitarra de los Belking’s, y los tres pitazos de ley para empezar, ese mundo era el Perejil de sueños, qué recuerdos que al volver a la mente nos arrancan una feliz sonrisa. ¡Feliz día del payaso peruano!
Este artículo es de Julio Abanto, de mayo del 2016, extraído del blog: ruricanchomilenario.blogspot.com con el título «Recordando a Tony Perejil»
De qué murió Tony Perejil?
Nunca fui a ese circo pero recuerdo haber visto su carpa en el ovalo Fanning, entre la calle Vigil y la avenida José Gálvez, en el Callao, a fines de los años 70.
No sabía que dejó un gran legado popular, sin duda, una leyenda.