El sueño americano estalla en el rostro de EE.UU.

Lo que está ocurriendo ahora mismo en los EE.UU. parece surrealista pero no lo es. Los seguidores y partidarios de Trump han tomado por asalto el Capitolio (Washington), azuzados por su propio líder quien se niega a reconocer su reciente derrota electoral. Sin duda, esto es un hecho histórico, histérico y muy peligroso.

Se está transmitiendo en vivo el ataque de una horda ultragresiva muy bien preparada bajo parámetros ultraderechistas e incluso (para)militarizados. Este hecho se da justo cuando el Senado ratificaba el triunfo de Joe Biden en el Colegio Electoral, y los demócratas obtenían la mayoría del Senado con un triunfo doble en Georgia (actos simbólicos que el ala dura del republicanismo, en alianza con supremacistas, alth-rights, ultranacionalista y fascistas, no quiere tolerar).

Llama muchísimo la atención este ataque en masa a instalaciones públicas de primer orden en el corazón del país que se precia de poseer la mejor capacidad de respuesta en salvaguarda de su seguridad. ¿No estaban al tanto de esto las fuerzas policiales? Trump y sus seguidores vociferaban sin tapujos sus intentonas antidemocráticas durante semanas, ¿y nadie previó lo de hoy?

¿Y las FF.AA., la Guardia Nacional, el FBI, la NSA, la CIA, qué papel juegan? ¿Flagrante irresponsabilidad u omisión cómplice, ambas con carga penal? ¿Cómo habría reaccionado la seguridad norteamericana si estos hechos eran obra de Black Lives Matter, Antifa, Black Block o movimientos de inmigrantes?

Es cierto que este atentado no llega a ser un golpe de Estado (carece de respaldo público de las propias FF.AA. o de gobiernos extranjeros), pero preocupa el tratamiento político que se le está dando a este momento con las demoras esquivas en cuanto a la respuesta policial que en otros contextos ya habrían actuado sin contemplaciones.

Queda claro que este asalto al Capitolio es el reflejo de la acumulación de fuerzas sociales desde la ultraderecha que se siente envalentonada para irrumpir y destruir. Esto excede la diplomacia política y se configura como un escenario crítico con el resurgimiento del fascismo de masas que no reconoce los moldes institucionalistas liberales y busca imponer su marco político reaccionario.

Veremos qué dice el Grupo de Lima o la Unión Europea, que siempre han sido adictos al imperialismo gringo para criminalizar actos de violencia como “exclusividad comunista”.

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