Fiel a su perfil arcaico, reaccionario y oscurantista, ahora el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, ha dicho que frente a las intensas lluvias que están azotando la costa peruana y la capital, debido al acercamiento del ciclón Yaku, debemos «invocar la ayuda divina». Con total desparpajo agregó: «los invito a hacer una cadena de oración, para que no sea tan fuerte el embate de la naturaleza. Una oración muy fuerte para que esto no sea tan grave».
O sea, una autoridad política de una institución pública, en pleno siglo XXI, dice que ante los fenómenos naturales solo queda «encomendarse a dios». ¿Y la planificación para estos casos? ¿Y los estudios técnicos y profesionales? ¿Y los análisis y recomendaciones del Senamhi? ¿Y la tecnología y logística estatal o privada para estos hechos? ¿Y el presupuesto nacional para construir infraestructura y prevenir desastres por eventos naturales? ¿Y la inversión o coordinación pública entre Municipio, Ejecutivo y sectores involucrados? ¿Y el enfoque científico y racional que se supone debería primar?
Bueno, ya que el alcalde insiste en imponer a Lima una «lógica» medieval donde las respuestas sean los actos de fe o las santas cruzadas para apaciguar las desgracias, entonces no estaría mal que desde nuestro pueblo pagano y hereje propongamos algunos sacrificios humanos para aplacar la ira del poderoso Illapa (dios del rayo, el trueno, el relámpago, la lluvia y la guerra). Aparte del propio alcalde, ¿a quiénes más propones para enterrar vivos como ofrendas?