Lo que ocurre en Bolivia sigue siendo complejo, no puede ser visto en blanco y negro. Se informa que el MAS obtuvo la mayoría en las dos cámaras (senadores y diputados), pero no llega los 2/3 necesarios, por lo que tendría que hacer alianza con algunos sectores del Parlamento. Es por esto que el propio Luis Arce hace el llamado a un «gobierno de unidad nacional». Esto podría ser contradictorio o hasta nocivo a mediano plazo.
Ahora bien, Arce —quien debido a su profesión y funciones políticas— es señalado como el responsable del «crecimiento económico» de Bolivia, debe ver que su país continúa bajo dependencia primarioexportadora y que seguirán siendo vistos como botín geoeconómico por sus recursos naturales (litio, por ejemplo). Además, debe plantearse como tarea inmediata la reestructuración urgente de su propio partido para limpiar los groseros errores y figuras oportunistas. El MAS no debe ver esta victoria electoral como un cheque en blanco porque caerá en los mismos vicios anteriores y no se descartaría un giro a lo Lenin Moreno u Ollanta Humala (si cabe la comparación).
Asimismo, la ultraderecha y la oligarquía golpista coludida con el fascismo (nacional y regional) no se quedarán de brazos cruzados. Camacho, representante de Santa Cruz aparece en el tercer lugar, como un candidato joven y emergente que desplaza políticamente a Carlos Mesa (derecha moderada). En el escenario internacional ya vemos cómo los sectores ultras no dudan en separarse de estos moderados para empujar a una mayor crisis y forzar una nueva desestabilización reaccionaria.
El MAS debe sacar lecciones inmediatas de todo esto y entender que las disputas elitistas por el poder son simples ficciones si no se apoyan sobre una población movilizada y consciente. El protagonismo hoy es de la clase trabajadora boliviana y los movimientos sociales altiplánicos que siguen luchando contra el fascismo en las calles y plazas. Si la gestión entrante elige la tibieza política, los acuerdos con la oposición y cede a las presiones imperialistas, estaría repitiendo, nuevamente, escenarios trágicos como en el Chile de Allende. Veremos.
Por: Franz Verne, Periodista e investigación social